Chistesitos para alegrarnos la vida
Un cieguito pedía limosna en una esquina. Pasa un turista y al querer colocarle una moneda en el jarro de metal, aquella pega en el borde y cae. El ciego se agacha la toma y la introduce en el jarro. El turista lo mira y le dice:
- Basura! usted es un estafador! no es ciego! anda engañando a la gente, sinvergüenza!
El cieguito trucho responde:
- Calmese señor, sucede que el cieguito esta enfermo y yo lo estoy cubriendo.
- Ah, ¿y Ud. a que se dedica?
- Yo soy el sordo-mudo de la otra cuadra.
Estaba una pareja durmiendo, de pronto la mujer escuchó un ruido en la entrada y se levanta asustada diciéndole a su pareja:
¡Levántate que ha llegado mi marido!
El hombre se levanta apresurado, se logra poner el pantalón se tira por la ventana tratando de escapar, a los cinco minutos regresa muy molesto al cuarto donde estaba la mujer y le dice:
¡Tonta, si yo soy tu marido ¡
Entonces ella al verse descubierta le contesta:
Haber, ¿Por qué saliste asustado corriendo?
La maestra le encargó una tarea de matemáticas a Pepito. Pepito le pide ayuda a su papá. Después, Pepito llega a la escuela y le dice su maestra:
Pepito, ¿Por qué no hiciste la tarea?
Porque aunque mi papá y yo arrancamos todos los árboles del parque, ninguno tenía raíz cuadrada.
La maestra en el salón de clases le dice a sus alumnos:
A ver niños, díganme qué parte de mi cuerpo les gusta más, y yo les voy a adivinar qué es lo que van a ser cuando sean grandes.
A ver Juanito, ¿qué te gusta más de mi cuerpo?
Su pelo, maestra.
La maestra le responde, entonces tú vas a ser peluquero cuando seas grande.
A ver Luisito, a ti, ¿qué te gusta más de mi cuerpo?
Sus ojos, maestra.
¡Ahh!, entonces tú vas a ser oculista Luisito.
A ver Diego, ¿y a ti?
A mí me gustan sus dientes, maestra.
Muy bien, entonces tú serás dentista cuando seas grande Diego.
A ver Pepito, ahora dime tú lo que más te gusta de mí.
Yo para qué le digo maestra, acabo de descubrir que quiero ser lechero.
Un día la mamá de Pepito lo manda a traer huevos, iba Pepito a comprar, pero en su camino se topó con un circo y se detuvo a mirar un momento, y vio un gorila gigante. Cuando llegó a su casa le contó a sus padres que había ido al circo y que el gorila tenía, un brazotes, unas patotas, también unas manotas...
Entonces, la mamá le pregunta:
¿Y los huevos Pepito?
¡Grandototes, mami, grandotes!
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