Los helados mas raros del mundo
Creo no hay duda de que el verano y los helados hacen una pareja perfecta. Los productores, marcas y artesanos lo saben, y por eso cada año encaran la temporada con novedades para atraer al cliente. Últimamente parece que todo vale pero hay algunas propuestas más que cuestionables, como estos 13 sabores de helados que no te creerías y por desgracia existen.
Helado de jamón ibérico
Tengo un amigo que es un auténtico apasionado del jamón ibérico, pero rechaza cualquier plato o producto que lo incorpore como ingrediente - salvo un buen bocadillo -. Opina que una delicia gastronómica como el buen ibérico se disfruta mucho más por sí mismo. Obviamente, el helado de jamón ibérico le parece una aberración.
No dudo en que puede ser todo un hallazgo gastronómico, y probablemente tenga más aplicaciones en la alta cocina, pero a mí tampoco me convence mucho la idea de convertir un producto como el jamón en un helado cremoso. El contraste salado con la base láctea puede ser interesante pero, ¿merece la pena “malgastarlo” así?
Helado de caviar
El francés Philippe Faur es todo un maestro de los helados de alta calidad, pero quizá se ha ganado fama mundial más por sus productos innovadores. Y es que tras los helados de trufa, foie o roquefort, su última gran creación ha sido el sorbete de caviar, aunque para mí es más bien un helado ya que incorpora nata en sus ingredientes.
Se prepara con un 60% de caviar de esturión, siendo por tanto un producto de lujo al alcance de pocos. No puedo opinar sobre si el caviar es realmente un manjar exquisito, pero de lo que sí tengo dudas es que merezca la pena procesarlo para convertirlo en un helado, por muchos usos que pueda tener en la alta gastronomía.
Helado de tortilla de patatas
Uno de los platos más universales de la gastronomía española es al parecer también uno de los sabores de helados "gastronómicos" más populares. Si los grandes chefs han versionado la tortilla de mil maneras, empezando por la deconstrucción, ¿por qué no llevarla al formato helado?
Pues porque si me apetece un poco de tortilla de patatas eso es lo que espero encontrarme. Hay muchos debates en torno a cómo debe ser la tortilla perfecta - más o menos cuajada, más seca o húmeda, etc -, pero personalmente lo que menos apetitoso se me antoja es una tortilla cremosa y fría con textura láctea. Eso sí, sus seguidores aseguran que sabe a "auténtica tortilla española".
Helado de ajo
El ajo, un producto que a veces pasa muy desapercibido pero que tan fundamental es en muchas recetas, ¿puede ser por sí mismo un sabor de helado? Hoy en día ya no sorprende, pero quizá llamaba más la atención cuando comenzaron a celebrarse festivales en su honor, como el Garlic Festival de Gilroy.
Yo personalmente busco refrescarme el paladar y el estómago cuando tomo un helado, así que no me convence el regusto final que tiene que dejar uno de ajo. Al parecer los hay muy sutiles, pero el "auténtico" helado de ajo tiene un sabor muy fuerte. Combinar ajo con nata o leche no me parece una gran idea, digestivamente hablando. Quizá con ajo negro cambiaría.
Helado de cerveza
Los más cerveceros como mi compañero minue podrán dejar una opinión más experta en este tema, pero yo he probado algún helado de cerveza y la verdad, no veo mucho el sentido. Una buena cerveza se disfruta plenamente en su estado líquido natural, con su espuma, su gas y su temperatura adecuada.
Puede que no me convenza por el mismo motivo que no me gustan las cosas con sabor a “cola”. El sabor puro de la cerveza, que además se pierde mucho al procesarla, tiene poco interés convertido en un helado. No está malo, pero podría ganar más si la cerveza fuera un ingrediente más reforzando otros sabores, y no convertida en el helado en sí mismo.
Helado de puré de patatas y guisantes
Efectivamente, no suena muy apetitoso. Esta comida completa en formato helado fue una estrategia comercial de la compañía británica Aunt Bessie’s, que pensó en dar una vuelta de tuerca a uno de los platos combinados más típicos en las islas.
El clima británico no es muy propicio a disfrutar de helados todo el año, así que pensaron en proporcionar a la gente “el placer de comer en un cono” sirviendo su combo de puré, guisantes, salchichas y salsa como si se tratara de un helado. Me temo que el aspecto no invita a degustarlo.
Helado de bacalao al pilpil
Intento imaginar los contrastes de sabor dulce y salado, o los juegos que podrían dar ciertos ingredientes bien combinados en un helado, pero los sabores de pescados y mariscos no se me antojan muy apetecibles para comer en un cucurucho o tarrina.
Existen variedades por todo el mundo, empezando por Asia y sobre todo en el mercado japonés, y también se ha hecho popular el de salmón y en España los de boquerones en vinagre, chipirones en su tinta o incluso bacalao al pil pil. A priori me parecen versiones algo más elaboradas de purés de pescado, definitivamente no para disfrutar en un cucurucho o como postre.
Helado de empanada gallega
¿Cómo convertir un plato tan característico como la empanada en un helado? Mejor habría que preguntarse, ¿por qué? La buena empanada gallega es un auténtico manjar de nuestra gastronomía, con su pareja perfecta de masa y relleno, y no veo la necesidad de triturarlo todo y mezclarlo con ingredientes lácteos.
Estoy segura de que sus artífices han conseguido reproducir fielmente el sabor de la empanada, pero en mi humilde opinión perder esa combinación de la rica masa con los jugosos ingredientes del relleno es perder la esencia de la empanada. Ni siquiera se me ocurren aplicaciones para platos de alta cocina.
Helado de chicle y helado pitufo
Los colores chillones y totalmente artificiales de estos sabores ya deberían hacernos dudar de su calidad nutricional. En primer lugar, ¿a qué sabe un chicle? Depende de su variedad, pero realmente hay un sabor a chicle mundialmente establecido, producto de mezclas de diversos aromas.
El chicle por sí mismo no es un ingrediente, y el pitufo mucho menos. Por algún motivo se han extendido los dulces y golosinas de colores como ese azul imposible o el rosa, cargadísimos de azúcar, llegando también a los helados. Son bombas azucaradas de las que mejor alejarse.
Helado de pizza
Los productos que se anuncian como “con sabor a pizza” me dan mala espina, pero en este caso el helado de pizza es literal. A la clásica base de nata se añade pasta de tomate, albahaca, ajo, concentrado de tomate y orégano, consiguiendo así un helado cremoso de sabores… ¿italianos?
La invención es obra de Little Baby's Ice Cream en Philadelphia, donde acostumbran a crear sabores peculiares cada temporada, como el helado de palomitas o el de curry de calabaza. Por mucho que me encante la pizza, me viene a la mente el recuerdo de una película en la que preparaban batido de pizza triturando varias porciones con leche. No me resulta muy apetitoso.
Helado de fabada, callos y otros platos tradicionales
Sé que tienen sus defensores, pero no puedo entender el sentido de convertir un guiso tradicional en un helado. Como apasionada de los platos más típicos de cuchara, la idea de transformar un plato como la fabada, con todos sus ingredientes y sus texturas, en un helado, se me escapa.
Ahora bien, si se trata de un helado de fabas, con las alubias blancas, la idea no es tan descabellada. He probado el helado de azuki, judía roja japonesa, que si bien es más dulce que la faba demuestra que, bien triturada, puede aportar su mantecosidad al helado final. Adaptar los callos y demás casquería o embutidos me parece un tema ya más delicado.
Helado de espaguetis
Seguramente muchos habréis visto el clásico helado falso de espaguetis en la carta de muchas heladerías - es algo un poco viejuno, como el Pinocho -. La gracia de este producto es que el helado, de sabor tradicional como chocolate blanco o vainilla con salsa de fresa, imita la forma y colores de los espaguetis.
También hay heladerías que ofrecen el producto literal: unos espaguetis con su salsa y queso en forma de helado. Por lo que he podido leer, hay versiones cremosas pero también con tropezones, es decir, con la pasta mezclada en la crema del helado. Soy partidaria de los helados con trocitos de ingredientes que potencian los sabores, pero una cosa son pedazos de chocolate o galleta y otra espaguetis enteros.
Helados de aguacate
Helado de jamón ibérico
Tengo un amigo que es un auténtico apasionado del jamón ibérico, pero rechaza cualquier plato o producto que lo incorpore como ingrediente - salvo un buen bocadillo -. Opina que una delicia gastronómica como el buen ibérico se disfruta mucho más por sí mismo. Obviamente, el helado de jamón ibérico le parece una aberración.
No dudo en que puede ser todo un hallazgo gastronómico, y probablemente tenga más aplicaciones en la alta cocina, pero a mí tampoco me convence mucho la idea de convertir un producto como el jamón en un helado cremoso. El contraste salado con la base láctea puede ser interesante pero, ¿merece la pena “malgastarlo” así?
Helado de caviar
El francés Philippe Faur es todo un maestro de los helados de alta calidad, pero quizá se ha ganado fama mundial más por sus productos innovadores. Y es que tras los helados de trufa, foie o roquefort, su última gran creación ha sido el sorbete de caviar, aunque para mí es más bien un helado ya que incorpora nata en sus ingredientes.
Se prepara con un 60% de caviar de esturión, siendo por tanto un producto de lujo al alcance de pocos. No puedo opinar sobre si el caviar es realmente un manjar exquisito, pero de lo que sí tengo dudas es que merezca la pena procesarlo para convertirlo en un helado, por muchos usos que pueda tener en la alta gastronomía.
Helado de tortilla de patatas
Uno de los platos más universales de la gastronomía española es al parecer también uno de los sabores de helados "gastronómicos" más populares. Si los grandes chefs han versionado la tortilla de mil maneras, empezando por la deconstrucción, ¿por qué no llevarla al formato helado?
Pues porque si me apetece un poco de tortilla de patatas eso es lo que espero encontrarme. Hay muchos debates en torno a cómo debe ser la tortilla perfecta - más o menos cuajada, más seca o húmeda, etc -, pero personalmente lo que menos apetitoso se me antoja es una tortilla cremosa y fría con textura láctea. Eso sí, sus seguidores aseguran que sabe a "auténtica tortilla española".
Helado de ajo
El ajo, un producto que a veces pasa muy desapercibido pero que tan fundamental es en muchas recetas, ¿puede ser por sí mismo un sabor de helado? Hoy en día ya no sorprende, pero quizá llamaba más la atención cuando comenzaron a celebrarse festivales en su honor, como el Garlic Festival de Gilroy.
Yo personalmente busco refrescarme el paladar y el estómago cuando tomo un helado, así que no me convence el regusto final que tiene que dejar uno de ajo. Al parecer los hay muy sutiles, pero el "auténtico" helado de ajo tiene un sabor muy fuerte. Combinar ajo con nata o leche no me parece una gran idea, digestivamente hablando. Quizá con ajo negro cambiaría.
Helado de cerveza
Los más cerveceros como mi compañero minue podrán dejar una opinión más experta en este tema, pero yo he probado algún helado de cerveza y la verdad, no veo mucho el sentido. Una buena cerveza se disfruta plenamente en su estado líquido natural, con su espuma, su gas y su temperatura adecuada.
Puede que no me convenza por el mismo motivo que no me gustan las cosas con sabor a “cola”. El sabor puro de la cerveza, que además se pierde mucho al procesarla, tiene poco interés convertido en un helado. No está malo, pero podría ganar más si la cerveza fuera un ingrediente más reforzando otros sabores, y no convertida en el helado en sí mismo.
Helado de puré de patatas y guisantes
Efectivamente, no suena muy apetitoso. Esta comida completa en formato helado fue una estrategia comercial de la compañía británica Aunt Bessie’s, que pensó en dar una vuelta de tuerca a uno de los platos combinados más típicos en las islas.
El clima británico no es muy propicio a disfrutar de helados todo el año, así que pensaron en proporcionar a la gente “el placer de comer en un cono” sirviendo su combo de puré, guisantes, salchichas y salsa como si se tratara de un helado. Me temo que el aspecto no invita a degustarlo.
Helado de bacalao al pilpil
Intento imaginar los contrastes de sabor dulce y salado, o los juegos que podrían dar ciertos ingredientes bien combinados en un helado, pero los sabores de pescados y mariscos no se me antojan muy apetecibles para comer en un cucurucho o tarrina.
Existen variedades por todo el mundo, empezando por Asia y sobre todo en el mercado japonés, y también se ha hecho popular el de salmón y en España los de boquerones en vinagre, chipirones en su tinta o incluso bacalao al pil pil. A priori me parecen versiones algo más elaboradas de purés de pescado, definitivamente no para disfrutar en un cucurucho o como postre.
Helado de empanada gallega
¿Cómo convertir un plato tan característico como la empanada en un helado? Mejor habría que preguntarse, ¿por qué? La buena empanada gallega es un auténtico manjar de nuestra gastronomía, con su pareja perfecta de masa y relleno, y no veo la necesidad de triturarlo todo y mezclarlo con ingredientes lácteos.
Estoy segura de que sus artífices han conseguido reproducir fielmente el sabor de la empanada, pero en mi humilde opinión perder esa combinación de la rica masa con los jugosos ingredientes del relleno es perder la esencia de la empanada. Ni siquiera se me ocurren aplicaciones para platos de alta cocina.
Helado de chicle y helado pitufo
Los colores chillones y totalmente artificiales de estos sabores ya deberían hacernos dudar de su calidad nutricional. En primer lugar, ¿a qué sabe un chicle? Depende de su variedad, pero realmente hay un sabor a chicle mundialmente establecido, producto de mezclas de diversos aromas.
El chicle por sí mismo no es un ingrediente, y el pitufo mucho menos. Por algún motivo se han extendido los dulces y golosinas de colores como ese azul imposible o el rosa, cargadísimos de azúcar, llegando también a los helados. Son bombas azucaradas de las que mejor alejarse.
Helado de pizza
Los productos que se anuncian como “con sabor a pizza” me dan mala espina, pero en este caso el helado de pizza es literal. A la clásica base de nata se añade pasta de tomate, albahaca, ajo, concentrado de tomate y orégano, consiguiendo así un helado cremoso de sabores… ¿italianos?
La invención es obra de Little Baby's Ice Cream en Philadelphia, donde acostumbran a crear sabores peculiares cada temporada, como el helado de palomitas o el de curry de calabaza. Por mucho que me encante la pizza, me viene a la mente el recuerdo de una película en la que preparaban batido de pizza triturando varias porciones con leche. No me resulta muy apetitoso.
Helado de fabada, callos y otros platos tradicionales
Sé que tienen sus defensores, pero no puedo entender el sentido de convertir un guiso tradicional en un helado. Como apasionada de los platos más típicos de cuchara, la idea de transformar un plato como la fabada, con todos sus ingredientes y sus texturas, en un helado, se me escapa.
Ahora bien, si se trata de un helado de fabas, con las alubias blancas, la idea no es tan descabellada. He probado el helado de azuki, judía roja japonesa, que si bien es más dulce que la faba demuestra que, bien triturada, puede aportar su mantecosidad al helado final. Adaptar los callos y demás casquería o embutidos me parece un tema ya más delicado.
Helado de espaguetis
Seguramente muchos habréis visto el clásico helado falso de espaguetis en la carta de muchas heladerías - es algo un poco viejuno, como el Pinocho -. La gracia de este producto es que el helado, de sabor tradicional como chocolate blanco o vainilla con salsa de fresa, imita la forma y colores de los espaguetis.
También hay heladerías que ofrecen el producto literal: unos espaguetis con su salsa y queso en forma de helado. Por lo que he podido leer, hay versiones cremosas pero también con tropezones, es decir, con la pasta mezclada en la crema del helado. Soy partidaria de los helados con trocitos de ingredientes que potencian los sabores, pero una cosa son pedazos de chocolate o galleta y otra espaguetis enteros.
Helados de aguacate
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