El complejo de superioridad



Aunque es común que las personas quieran tener una buena vida, pueden darse circunstancias que nos afecten emocionalmente y generen en nosotros formas de comportamiento inadecuado. Uno de esos, es el que se conoce como el Complejo de Superioridad.
En el proceso de desarrollo de la personalidad, es común que nos enfrentemos con situaciones que nos afectan positiva y negativamente. Existen casos en los cuales se combinan ciertas vulnerabilidades innatas, con experiencias críticas de difícil manejo, y terminan por afectar nuestra manera de pensar, sentir, y actuar. Una de esas formas poco productivas de funcionamiento, es la que conocemos como el “Complejo de Superioridad”, que tiende a presentarse en personas que han padecido rechazos, burlas y maltratos de diverso tipo.
De entrada, diremos que el término complejo, es atribuido a Carl Jung, y se refiere a un estilo o esquema de funcionamiento, casi siempre no consciente, según el cual la persona que lo padece, experimenta un sentimiento de debilidad, incompletud o inferioridad de tipo físico, intelectual, material o moral, aunque en la realidad tal inferioridad no exista.
El complejo actúa como un paquete de pensamientos, emociones y formas de comportarse que se dispara automáticamente ante ciertas situaciones, y lleva a la persona a esforzarse, a veces de manera desesperada, a compensar, ocultar o disimular la carencia que supone tener. Así como una mujer que padece anorexia nerviosa y se ver gorda, aunque esté “en el hueso”, el acomplejado procura evitar el rechazo afanosamente, a fin de que su “debilidad” no sea detectada.
Muchas personas que experimentan este estado, tienden a compensarlo de manera desproporcionada, asumiendo una postura opuesta, con lo cual aparece el llamado “Complejo de Superioridad”.
El Complejo de Superioridad, término acuñado por Alfred Adler, aparece como un mecanismo inconsciente y compensatorio de ideas de inferioridad. La persona muestra patrones recurrentes de conducta, en los cuales intenta resaltar cualidades en las que se considera aventajado sobre otros. En su sistema mental el sujeto ignorarse los aspectos negativos y otorga preponderancia a los que ve como positivos.
Las consecuencias de mantener activado este esquema psicológico, tiene consecuencias importantes: en la salud, pues la persona experimenta gran ansiedad y temor a ser subestimado, y a que otros se percaten de sus defectos o debilidades. En el marco de las relaciones personales, lo típico es que caiga mal y se le perciba como arrogante. Con frecuencia atrae discusiones y conflictos, con gente que se resiste a tolerar interacciones “de arriba hacia abajo”, en las que destacan verbalizaciones egocéntricas llenas de autohalagos, descalificaciones del prójimo y frecuentes referencias a términos personalistas, como: “yo”, “mi” y “mío”. Para ellos resulta normal ser calificados de arrogantes, vanidosos o insoportables.
Debe decirse que aunque algunas personas muy talentosas pueden experimentar complejo de superioridad, la mayoría de las veces es más una ficción que se basa en ideas exageradas y hasta falsas, que quien se siente acomplejado tiene de sus habilidades. El asunto aquí es que posee una percepción exageradamente positiva, distorsionada, sobre las propias capacidades, aunque estas ideas no tengan respaldo objetivo o realista.
Las personas que se perciben así, tienden a adoptar actitudes llamativas que les permitan acaparen la atención. Además, pueden modificar su manera de caminar, hablar o vestir, y buscarse cierto tipo de amistades que no contradigan su falsa idea de especialismo. Sin embargo, los reiterados rechazos pueden ayudarlos a despertar, a percatarse de que algo “no anda bien”, y buscar ayuda.
Confrontar a la persona acomplejada no sirve de mucho, pues puede interpretar ese intento como incomprensión o envidia, y aferrarse a su trampa mental con numerosas justificaciones.
Ya que la persona se empeñará en esconder su aparente inferioridad, es posible ayudarla haciéndole ver que la aceptamos como un ser completo, con virtudes y defectos, con aciertos y errores, con sus luces y sus sombras. No es conveniente abordar el tema de manera frontal, sino aprovechar los momentos en que se revele alguna apertura. También es positivo, mostrar los errores propios para evitar competencias y defensividad (Ejm: yo también me he sentido subestimado). Aunque algunos casos pueden resolverse sin intervención terapéutica, ésta puede ser necesaria, ya que estas conductas tienden a verse reforzadas por familiares, amigos y compañeros de trabajo, sin que ningún miembro del grupo note el círculo vicioso.
La idea es que la ayuda le permita a la persona, mirar de frente sus debilidades, verificar si son tales, y aceptarlas para mejorar lo que se pueda y aceptar lo que inmodificable. Este concepto se conoce como “desesperanza creativa”, y busca que aceptemos sin evasiones aque.llo que nos duele, y desde allí retomemos un camino más adulto y sano, hacia el logro de los objetivos que nos interesan. (Fuente: Creadess)

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