Confucio, el gran filósofo chino
El siglo VI antes de Cristo, por algún motivo, fue un siglo de oro, el que más sabios vio nacer sin duda alguna. En aquel siglo nacieron Buda, Lao Tse, Zoroastro, Mahavira, Tales, Anaximandro, Pitágoras, Heráclito y Confucio, por citar los más célebres. Confucio está considerado por varias fuentes como una de las diez personas más influyentes de la historia.
Confucio nació en el estado de Lu, en China, en el año 551 a. C., en una época turbulenta, de crisis y barbarie. Provenía de una familia noble, pero tras la muerte de su padre cuando tenía tres años de edad, conoció la pobreza y tuvo que trabajar desde muy joven para ganarse la vida. Se dice que fue un gran estudioso y autodidacta, y que su mayor interés era la política, aunque se lo haya relacionado con la filosofía o la religión. Trabajó como funcionario para la administración del Estado, y su fama de hombre sabio fue creciendo hasta llegar a ocupar el cargo de Ministro de Justicia. Decepcionado, años más tarde dimitió y nunca más volvió a ejercer en la política, hecho que le hizo sentirse fracasado el resto de su vida, hasta el punto de pensar instantes antes de morir, que su vida había sido un fracaso. Nada más lejos.
Fue un incansable viajero, y allí donde iba instruía a aquel que quería ser instruido, llegando a tener miles de seguidores. Fue el primer maestro privado de China, y a día de hoy, sigue siendo conocido como «el maestro supremo».
Confucio no dejó nada escrito, al igual que otros grandes maestros de la historia, y fueron sus discípulos los que recogieron sus enseñanzas en la magnífica obra llamada Las analectas de Confucio, compuesta por máximas, frases, anécdotas y pequeñas historias.
Tras su muerte, su fama creció aún más, hasta el punto de crearse una religión entorno a su figura, el Confucionismo, religión que fue la oficial en China hasta el siglo VII, y que ha tenido gran influencia en el país y en países vecinos hasta la actualidad. El Confucionismo, más que una religión es una filosofía de vida, un conjunto de doctrinas morales, éticas y de conducta.
Confucio no habló mucho sobre Dios (se refería a él como «el Cielo»), ni sobre el más allá, ni predicó dogmas de fe. Confucio fue durante toda su vida un estadista, interesado en mejorar y renovar la sociedad. Lo que destaca en él es su ética, su moral, su rectitud, y su insistencia en aplicarlas de forma práctica. Ello ha influenciado sobremanera a la cultura china, y también a la occidental cuando el jesuita Matteo Ricci lo introdujo en occidente por vez primera en el siglo XVI. Por cierto, fue él quien acuñó el nombre de Confucio al latinizar el nombre chino de Kung Fu Tse, o Kongzi, el nombre original chino de nuestro protagonista, que significa «Maestro Kong» (Kong era el apellido de su familia).
La doctrina de Confucio consistía en el estudio, la virtud, la bondad, la tolerancia, el respeto, el perfeccionamiento, la armonía social y el cumplimiento del deber. También daba mucha importancia a la doctrina de «la rectificación de los nombres», en la que cada cosa tenía un significado preciso y debía comportarse como tal.
¿Por qué es importante conocer a Confucio y su filosofía? Porque en un mundo tan decadente como el que nos toca vivir, con tan poca moralidad, ética y con tanta corrupción (comenzando por nuestros gobernantes), es importante tomar como modelo a seguir a alguien de tan elevados principios. No obstante, la historia de la Humanidad parece estar teñida de este sino, ya que Confucio murió, como hemos dicho antes, sientiéndose fracasado, debido a que no encontró ningún dirigente digno a quien aconsejar y con quien poder renovar la sociedad y construir un mundo mejor; un mundo donde reinasen la paz, la armonía y la justicia. Esto que parece una utopía, puede lograrse dando ejemplo personal con esos elevado principios morales que predicó aquel hombre, que ya no es un producto de China válido sólo para los chinos, sino que es un símbolo universal válido para todos los hombres.
Algunas de las frases más famosas atribuidas a Confucio:
- «No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti».
- «La naturaleza humana es buena, y la maldad es esencialmente antinatural».
- «Cuando se sabe una cosa, sostener que se sabe; y cuando no se sabe, admitirlo. Ese es el verdadero conocimiento».
- «Saber lo que es justo y no hacerlo es la peor de las cobardías».
- «Cuando veas a un hombre bueno, trata de imitarlo. Cuando veas a un hombre malo, examínate a ti mismo».
- «Si no sabes gobernarte a ti mismo, ¿cómo sabrás gobernar a los demás?»
- «Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla».
- «Pensar dos veces ya es bastante».
- «El que domina su cólera domina a su peor enemigo».
- «La ignorancia es la noche de la mente… Pero una noche sin luna ni estrellas».
- «Me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí».
- «Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos».
- «Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro».
- «Oír o leer sin reflexionar, es una ocupación inútil».
- «Paga la injuria con la justicia, y la amabilidad con la amabilidad».
- «El mayor error es sucumbir al abatimiento, todos los demás errores pueden repararse».
- «Exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás, así te ahorrarás disgustos».
- «Debes tener siempre fría la cabeza, caliente el corazón y larga la mano».
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