¿El tomate es fruta o verdura, y por qué?
La enciclopedia Britannica explica que una fruta en sentido botánico es el ovario maduro carnoso o seco de una planta con flores, que encierra la semilla o semillas.
Los duraznos (melocotones), los plátanos y las uvas, así como las vainas de frijoles, los granos de maíz, los tomates, los pepinos y (en sus cáscaras) las bellotas y las almendras son técnicamente frutas.
La misma enciclopedia aclara que popularmente, el término se restringe a los ovarios maduros que son dulces y suculentos o carnosos, como higos, mangos y fresas.
Dicho de otra forma, la fruta es todo aquello que posee semilla. Y la verdura carece de semilla.
El fruto protege la semilla
Podríamos decir que el propósito de un fruto es proteger a la semilla durante su desarrollo.
La fruta sería como la casa que protege a la semilla de las plantas. Hay frutas cuya cáscara dificulta el acceso a los animales a las semillas, mientras que otros frutos contienen sustancias químicas tóxicas o desagradable que garantizan la supervivencia de las semillas en su interior.
Una de las funciones de la semilla es esparcir la semilla a nuevos lugares. Hay frutos que una vez maduros atraen a ciertos animales, o se les pegan para viajar a otros sitios.
Además de proteger a la semilla, el fruto sirve de alimento.
El tomate es fruta
Siguiendo esta misma lógica podríamos decir que el aguacate es una fruta. La semilla del aguacate es protegida por el fruto, que sirve además de alimento para nosotros. De esa forma se conserva la semilla para un futuro árbol de aguacate.
Suena raro decir que el tomate y el aguacate son frutas. ¿No te parece?
El tomate y su difamación
Aunque en el siglo XV gozaba de buena reputación en México, pronto obtuvo mala fama en Europa. (La palabra tomate proviene del náhuatl tomatl).
Todo empezó cuando los científicos europeos clasificaron al tomate dentro de la familia de las solanáceas, la misma familia de la belladona, una planta venenosa. Además, resultó que las hojas de la tomatera desprendían un fuerte olor y eran tóxicas.
Afortunadamente, los italianos, que en el siglo XVI le dieron el nombre de pomodoro (manzana dorada) al tomate, fueron más prácticos. A principios del siglo XVII, los tomates se convirtieron en un alimento popular en Italia, donde el clima soleado favorecía su cultivo.
Sin embargo, casi doscientos años después, los horticultores del norte de Europa seguían sin convencerse y los cultivaban solo con fines medicinales o decorativos.
Las antiguas dudas se disiparon cuando la gente comenzó a probar el fruto, y a partir de ese momento su cultivo se volvió popular.
En la década de 1870, se podían comprar tomates frescos de California en Nueva York gracias al nuevo ferrocarril transcontinental. Décadas antes, se abrió la primera pizzería en la ciudad italiana de Nápoles, lo que aumentó la demanda de tomates.
Durante el siglo XX, un creciente mercado de sopas, jugos y salsas de tomate, sin mencionar la popularidad de la pizza, convirtió al tomate, que había sido difamado, en la fruta más popular de la Tierra. Aunque el tomate no sea la «manzana del amor» (pomme d’amour, nombre que le pusieron los franceses), sí que ha conquistado el corazón de todo el mundo. (Planeta Curioso)
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