De dónde viene la Ñ
La letra ñ, motivo de orgullo e identidad del español, no existió siempre. En latín, predecesor de la lengua española, no existían ni la letra ni el sonido correspondiente. La historia de este símbolo comenzó en la Edad Media, recuerda la BBC en su artículo realizado en cooperación con el colectivo Hay Festival Arequipa en Perú.
El nacimiento de la ñ tiene que ver con la evolución del latín, que se convirtió en un manojo de lenguas románicas como el italiano, francés, portugués, español, entre otras. Desde allí toma su origen un sonido nasal y palatal (se articula juntando la lengua al paladar). El sonido debía ser expresado apropiadamente en los textos, por lo cual los escribas inventaron varias formas de calcar ese sonido en los textos.
En el siglo IX, nacieron tres modos diferentes de transcribir el sonido de la eñe:
1. Una doble n (nn) como en la palabra anno (año)
2. Un gn como en la palabra lignu (leño)
3. Un ni seguido de una vocal como en la palabra Hispania (España)
Las tres variantes fueron luego usadas en los textos, lo que dio lugar a confusión. Al mismo tiempo los copistas que preferían nn, transformaron su transcripción y comenzaron a poner una vírgula encima, de la cual goza la eñe contemporánea. Según indica Gómez Asencio, profesor de la Universidad de Salamanca, este método permitió “ahorrar pergamino y facilitar el duro trabajo de los monjes escribanos”. “Es por eso que el uso de abreviaturas era muy común en la época”, añade.
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Por fin, en el siglo XIII, el rey Alfonso X el Sabio emprendió la reforma ortográfica con la que buscaba establecer las primeras normas del castellano, y optó por ñ como la opción preferente para reproducir ese sonido. Posteriormente, la eñe se extendió en su uso y Antonio de Nebrija la incluyó en la primera gramática del castellano de 1492. Pero otras lenguas románicas adoptaron su propia variante para representar el sonido. El italiano y el francés se decantaron por la gn (Pologne, Spagna), el portugués quedó con la nh (Espanha) y el catalán prefirió la ny (Catalunya, Espanya).
Por fin, en el siglo XIII, el rey Alfonso X el Sabio emprendió la reforma ortográfica con la que buscaba establecer las primeras normas del castellano, y optó por ñ como la opción preferente para reproducir ese sonido. Posteriormente, la eñe se extendió en su uso y Antonio de Nebrija la incluyó en la primera gramática del castellano de 1492. Pero otras lenguas románicas adoptaron su propia variante para representar el sonido. El italiano y el francés se decantaron por la gn (Pologne, Spagna), el portugués quedó con la nh (Espanha) y el catalán prefirió la ny (Catalunya, Espanya).
Otros idiomas con eñe:
Hay otras lenguas en las cuales existe la ñ. En España son, el asturiano (bable) y el gallego. En América Latina la eñe tiene presencia en lenguas indígenas como el aymara, el guaraní, el quechua, el mixteco, el otomí, el mapuche y el zapoteco. Este hecho, según Julio Calvo, profesor de la Universidad de Valencia, se debe a que los indígenas “tomaron la ñ de los españoles que llegaron al continente, ya que muchas lenguas amerindias no tenían escritura en el siglo XVI. Además, fueron los lingüistas del Reino de España quienes desempeñaron la labor de elaborar la escritura de los idiomas indígenas en el continente.”
Otras lenguas que también tuvieron contacto con el español tienen la ñ, como el bubi de Guinea Ecuatorial, el chamorro de Guam (Estados Unidos), el papamiento de Curazao (Países Bajos), el tagalo y el chabacano de Filipinas.
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