El curioso e histórico origen de la etiqueta ‘Made in’

 




De sobras conocido es que la etiqueta ‘Made in’ que aparece en cualquier producto hace referencia al lugar de donde procede (sobre todo al país).

Hoy en día el hecho de que aparezca en la práctica totalidad de aquellos artículos que compramos, tal y como está regulado por los diferentes organismos internacionales de consumo (entre ellas la Unión Europea) puede hacer que un producto, dependiendo de su país/región de origen y fabricación, pueda tener mayor o menor éxito de venta.

Pero aunque la regulación oficial, en cuanto a la utilización de dichas etiquetas, es relativamente moderna, debemos irnos 130 años atrás para encontrar el origen de las mismas y el motivo que ocasionó que empezase a atribuirse la procedencia a las mercancías con las que se comercializaba.

Fue concretamente en 1887 y se originó en Inglaterra, debido a que desde este país se quiso ‘castigar’ el proteccionismo arancelario que se estaba llevando a cabo en países como Alemania o Italia, donde la restricción a la entrada de productos extranjeros perjudicaba seriamente sus intereses comerciales y económicos.

Los ingleses no entendían (e incluso consideraban que era intolerante) que alemanes e italianos restringieran la entrada de productos a sus países pero sin embargo ellos se encargaran de exportar a mansalva. Por tal motivo los británicos lanzaron una campaña en la que marcaban todos aquellos productos que provenían de Italia y Alemania, a la vez que se intentaba desprestigiarlos, con el fin de que el consumo de éstos en el mercado inglés cayera y así provocar que ambos países levantaran las políticas arancelarias.

En el Reino Unido estaban convencidos que el hecho de marcar todos los productos alemanes e italianos con una referencia al lugar de fabricación ayudaría al consumidor a distinguirlos y no comprarlos.

Según los expertos, esa mención al origen patrio de los productos funcionó pero de forma inversa a lo pretendido por los gobernantes británicos ya que era máxima la fascinación de los consumidores ingleses por los productos químicos (medicinas) y mecánicos alemanes o el embutido y vino italiano, por lo que el saber de antemano (gracias a una etiqueta) dónde había sido producido cada artículo hizo que lo tuvieran más fácil para adquirirlo.

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