Historia del reloj de pulsera
La obsesión por el tiempo es constante en la historia, y todas las civilizaciones, desde las más remotas, han mostrado la necesidad de acotarlo. Un dicho antiguo asegura: “El que ignora la hora del día es como quien camina en la oscuridad”.
Y aunque hemos comentado que era similar al concepto y definición de reloj que tenemos en la actualidad, este invento en cuestión era un artilugio muy pesado y nada fiable: atrasaba o adelantaba un par de horas al día, y desde luego nada tenía que ver con un reloj de pulsera.
Los orígenes del reloj de cuerda automática nos llevan al siglo XVIII, pero se trataba de relojes especiales que se dañaban con facilidad y eran difíciles de reparar, pesados y caros. Eran relojes de faltriquera (bolsa pequeña de tela) que se llevaban en el bolsillo.
Primeros relojes personales
Parece que el primer reloj de uso personal estuvo destinado a la muñeca de una dama, y lo construyó en París el relojero de Luis XV, Pierre-Augustin Caron de Beaumarchais en el año 1755. Su destinataria era una señora muy de moda: madame de Pompadour.
A este reloj se le daba cuerda con una ruedita montada en el centro de la esfera. Cuando Beaumarchais, pseudónimo de Pierre A. Caron, llevó a cabo su obra, hacía veinte años que el relojero y astrónomo inglés G. Graham hizo algo similar. Graham había fabricado su famoso cronómetro: nada menos que un reloj de pared portátil que daba las horas a campanazos, que fallaba tanto que la gente decía que sólo dos veces al día acertaba la hora.
A raíz del descubrimiento del inglés Graham, los franceses decían preferir el reloj de los beduinos, es decir: el gallo que despertaba a los camelleros al alba y que al final del trayecto se comían en pepitoria. En 1875, aparecieron en España los primeros relojes remontoirs o relojes a los que se daba cuerda por la corona, y no como los anteriores, a los que se les daba mediante llave.
Pero era un reloj de bolsillo para hombres y mujeres, y nadie hubiera pensado ponérselo en la muñeca, a pesar de que el francés A. L. Perrelet, ya había jugado con esa idea en 1775.
Primer reloj de pulsera de la historia
Todo el mundo entendía, que el reloj de pulsera tenía que ser pequeño y preciso.. Cosa que no fue técnicamente posible hasta el invento del “pelo” por el científico inglés Robert Hooke (1635-1703), que a mediados del XVII, había construido un reloj con muelle regulador.
Y es que, a pesar de que este británico intentó crear una sociedad para su explotación el proyecto se vino abajo por temor a que sus socios quisieran apoderarse del invento. Poco después, hacia 1670, Christiaan Huygens anunció un modelo de reloj con muelle espiral: “el pelo”, ¿acaso plagio del invento de Hooke?
Aunque se eliminaba el péndulo, el reloj no acababa de encontrar su momento. A principios del XX, eran todavía de bolsillo, aunque en las primeras décadas de este siglo el reloj de pulsera está ya en los catálogos de los grandes almacenes. Los primeros relojes de pulsera fueron creados por Louis Cartier (1875-1942) en 1904, para el aviador Santos-Dumont.
También aquel mismo año (1904), el suizo Hans Wilsdorf, fundador de la firma Rolex, sacaba su propio modelo de reloj de pulsera. A todos pareció que era una cosa caprichosa que pasaría pronto, una moda efímera. No se auguraba futuro alguno a aquella novedad. Ése fue el gran error histórico de los fabricantes tradicionales de relojes, ya que el reloj de pulsera se impuso de forma arrolladora.
En 1910, ya estaba en la calle el primer cronómetro de pulsera para el sportman o amante de la vida deportiva, concepto novedoso, fresco y alegre que aludía a una forma de vida nueva. Comercialmente, estaba destinado al hombre atlético y refinado, mezcla perfecta para lograr la idea del nuevo caballero de los tiempos nuevos.
Pero fue Rolex quién se adelantó a todos, y le siguieron los demás. En 1919, el norteamericano W. A. Morrison, creó un reloj de cuarzo, muy útil invento que incomprensiblemente no se comercializó hasta medio siglo después. Al primer reloj de pulsera, patentado en 1923, se le daba cuerda de manera automática. Sus inventores H. Cutte y J. Harwood, pensaron que tras esta innovación poco más cabía hacer.
Quién inventó el reloj de pulsera
A la pregunta de quién es el inventor del reloj de pulsera automático, la respuesta es el relojero inglés John Harwood (1893-1964). Presentó la patente de su invento el 7 de julio de 1923 y publicada como GB 218487.
Pero veamos su curiosa historia. En 1920, la mayoría de la gente utilizaba relojes más pequeños que se más o menos se podían llevar en la muñeca y se mantenían en marcha dándoles cuerda con una corona en el exterior. El relojero británico John Harwood, fundó en 1922, una pequeña empresa de reparación de relojes. No estaba enterado de trabajos previos en este terreno, pero quería desarrollar un reloj de cuerda automática.
Su motivo no era eliminar la molestia de tener que dar cuerda al reloj, sino prescindir de la corona exterior, que permitía la entrada de suciedad en el mecanismo y dañaba el reloj.
Los relojes Harwood serían también útiles para poder dar cuerda al reloj regularmente sin que un esfuerzo humano mal calculado causara problemas. En un solo año, en el año 1923, ya había sido capaz de crear un reloj que podía generar la suficiente energía para darse cuerda solo.
En la siguiente ilustración que puedes ver a continuación es la primera patente de reloj de pulsera, cuya referencia es GB 218487. Se muestran el frente (figura 1) y la parte trasera (figura 2) del reloj. Un peso diminuto que oscilaba (A) con topes (Al) se activaba con el movimiento del portador del reloj y se movía en un arco de 300° hasta golpear ambos extremos.
C y C1 son los topes. Una placa de fricción (D) impedía que el reloj se diera demasiada cuerda. La ausencia de corona implicaba que el ajuste de la hora se realizara girando la bezel alrededor del face. John Harwood solicitó la patente en varios países, incluyendo Suiza, porque la tarea de construir un reloj así quedaba fuera del alcance de las compañías británicas.
Sin embargo, ninguna compañía suiza estaba interesada en conseguir la licencia de la tecnología. Junto con su socio Harry Cutts, formó la Harwood Self-Winding Watch Company. Ésta se encargó de la fabricación de los relojes firma suiza Fortis y A. Schild. Salieron a la venta en 1928, y se fabricaron 30.000 unidades antes de que la empresa se endeudara a causa de la fuerte Depresión de la época. Las compañías relojeras empezaron a interesarse en buscar soluciones para de reloj de cuerda automática.
Fortis y A. Schild, colaboraron en la fabricación de un mecanismo de cuerda con palanca, mientras Leon Hatot, una compañía francesa, pensó en que el movimiento se realizara adelante y atrás en un marco. Los relojes se los fabricaba una empresa suiza. Pero en aquel momento, en cuanto a diseño, la firma Rolex era la que más vendía. Sacó al mercado «un reloj que no necesita que le den cuerda«.
Vendido como Rolex Oyster Perpetual, éste fue el principio de la fortuna de Rolex como el fabricante tradicional de reloj con más prestigio. Otro concepto que obtuvo un gran éxito, fue el de compañía Watch Company en 1930. En lugar de utilizar un peso que oscilaba adelante y atrás, el peso giraba en círculos completos como un movimiento de “rotor”.
Evolución del reloj de pulsera
Al principio era artilugio orientado al uso del hombre, más que de la mujer porque el concepto de “vida deportista” estaba ligado al varón en aquella época: tenistas, golfistas, aviadores, etcétera.
Pero pronto se puso de moda obsequiar a las señoras con el nuevo artilugio. Y las mujeres empezaron a aprender a leer la hora, cosa que por absurdo que parezca no sabían hacer con rapidez ni facilidad. Había academias donde en cursillos de una semana se preparaba a las damas a leer la esfera del reloj con rapidez. Las damas de la vida social y de la aristocracia organizaban concursos a este respecto.
Regalar un reloj de pulsera a la persona amada era también una manera gentil de aconsejar puntualidad en las citas de amor. Desde entonces el reloj de pulsera ha experimentado cambios, y vieron la luz modelos como el Diamant Noir, o “reloj-joya”, valorado en un millón de dólares que lleva la firma de Vacheron-Constantin. Pero el cambio más útil fue el del reloj parlante patentado en 1987, como Voice Master VX 2, o “la voz de su amo”.
Un reloj que responde cuando su dueño pregunta la hora, el número de su tarjeta de crédito, de cuenta bancaria, de teléfono y de veintisiete cuestiones más. Sofisticado invento japonés que se comercializó con éxito en aquel país.
Etimología de la palabra reloj de pulsera
‘Reloj’ es voz griega: de orologion:de ora=tiempo + legein= contar. En castellano el término aparece a finales del XIV, acaso a través del catalán relotge, que a su paso al castellano se hizo reloge, del plural ‘relojes’, por lo que la /-j/ se ensordeció convirtiéndose en /x/,como aún pronuncian los sefardíes.
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