La historia de Johnnie Walker

 




Johnnie Walker es hoy en día el whisky escocés más vendido del mundo y, desde mediados de los años 60, una de las marcas de espirituosos premium más valiosas del planeta según Impact Databank. Pero pocos conocen como empezó su historia, y hoy os la vamos a contar.

John Walker abría en 1820, y con tan sólo quince años,  una tienda de ultramarinos en Kilmarnock, al oeste de Escocia. Cinco años más tarde, John Walker ya vendía sus propios destilados (Ron, Brandy, Ginebra y whisky de Islay), pero no fue hasta 1850 que empezó a vender Walker’s Kilmarnock Whisky,  que pronto se hizo muy popular, pese a que él era de los seguidores del movimiento de la Templanza, y no tomaba alcohol.

Cuando John murió en 1857, fue su hijo Alexander Walker quien se encargó de seguir con el negocio, centrándose especialmente en el whisky. Y en 1865 nacía Walker’s Old Highland, su primer blend, registrado dos años más tarde, y que se convertiría en Black Label en 1909. En 1870, Alexander Walker creaba la icónica botella cuadrada de la marca, y la conocida etiqueta, aplicada en un ángulo de 24 grados para facilitar la visibilidad del texto. En 1893, Alexander Walker compraba la destilería de Cardhu, para poder asegurar la producción de Johnnie Walker.

Ya a principios del siglo XX, los nietos de John Walker expandieron la gama de whisky, creando Red Label e introduciendo los nombres por colores. Este fue el principio de la marca tal y como la conocemos, ya que también se cambió el nombre, pasando de Walker’s Kilmarnock Whiskies a Johnnie Walker Whisky.

Además, fue el nacimiento de su primer eslogan,  «Born 1820—Still going Strong!» (Nacido en 1820 – Manteniéndose fuerte), y del logotipo, creado por el ilustrador Tom Browne. El icónico caminante fue una de las claves para destacar entre un mar de whiskies con cuadros escoceses, y en 1920 Johnnie Walker se vendía en 120 mercados.

Durante la I Guerra Mundial, la producción de Johnnie Walker se vio limitada, mientras Alexander II Walker y James Stevenson supervisaban la producción de munición. En este momento desapareció Johnnie Walker White Label, su expresión de 6 años, que no se volvió a producir.



Años después, en 1932, Alexander II creó la expresión Johnnie Walker Swing, un whisky para viajeros que venía en una curiosa botella que puede balancearse adelante y atrás, que más tarde inspiró el packaging de Johnnie Walker Odyssay. Dos años más tarde, en 1934, Johnnie Walker recibía su primera garantía real, de la mano del rey Jorge V.

En 1992 nació Johnnie Walker Oldest, la primera edición de Blue Label, cosechando un gran éxito, y en 1995 nacía Johnnie Walker Gold Label, basado en las notas que Alexander II Walker había dejado para la creación del blend del centenario.

En 1997, y tras formar parte de Guinness desde 1986, Johnnie Walker pasaba a ser propiedad de Diageo, donde sigue hasta la fecha. Diageo anunció en 2009 el cierre de la destilería de Kilmarnock para trasladar la producción a Glasgow, y los seguidores de Johnnie Walker empezaron una campaña mediática con la intención de frenar el cierre. Sin embargo, en Marzo de 2012, la destilería de Johnnie Walker en Kilmarnock cerró sus puertas.

Hoy en día, y cerca de cumplir 300 años, Johnnie Walker se ha convertido en el whisky escocés más vendido del mundo. La marca actualmente posee una gama básica de 8 expresiones (sin contar todas las ediciones especiales).

Desde 2009, tiene un nuevo eslógan, «Keep Walking» (Sigue caminando), que nació con la intención de inspirar a los hombres a progresar. El eslógan proviene de una campaña que costó más de 100.000 libras a la compañía, pero que ya se ha convertido en otro icono de la marca.


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