Historia de la videollamada

 


La historia de las videollamadas, es mucho más antigua de lo que puedas pensar. También es conocida como videoconferencia, videofonía o videotelefonía. Asignar una fecha o un inventor determinado a esta invención, que es la asociación de la telefonía y la televisión, es extremadamente complejo.

Origen de la videollamada

En la literatura científica aparecen innumerables referencias dedicadas a esta prolongación lógica de la telefonía, algunas de las cuales se remontan incluso a Alfred Robida, el célebre ilustrador del siglo XIX, especializado en temas de anticipación científica. En todo caso, todavía no se había concebido un sistema que permitiera emitir y recibir de forma simultánea imágenes y sonidos, empresa que no carecía de dificultades, especialmente técnicas.

La referencia más antigua a una aplicación efectiva de la videofonía parece ser la conversación mantenida entre el secretario de Estado norteamericano para el Comercio, Herbert Hoower, y Walter Sherman Gifford, presidente de la Norteamerican Telephone and Telegraph Company (A.T.T.) en el año 1927.

Mientras se desarrollaba, ambos interlocutores pudieron verse mutuamente mediante un sistema, que en realidad, no era sino una asociación de la televisión y la telefonía, sin equipamiento específico. El experimento, atribuible por tanto a la A.T.T., no pareció tener continuación, al menos en los Estados Unidos.

En Alemania, sin embargo, la Reichspost instaló desde 1934 un servicio de videofonía por medio de cables coaxiales entre Berlín-Witzleben, Leipzig, Nuremberg y Hamburgo. El servicio no era domiciliario, sino que estaba establecido solamente dentro de una red de cabinas especiales.

La emisión se hacía por medio de un aparato concebido al efecto, inspirado en el sistema de barrido tipo Nipkow. La imagen a retransmitir era explorada por noventa objetivos en 1/25 segundos. En el momento de la recepción, la imagen estaba for­mada por 180 líneas, una calidad más bien mediocre si la comparamos con las imágenes de televi­sión actuales.

Primeras videollamadas de calidad

Las investigaciones en este campo, no se volvieron a emprender hasta los años sesenta, siempre sobre la base del clásico emparejamiento televisión-telefonía; los centros de investigación más activos a este respecto fueron Italia, Japón y la Unión Soviética, donde se creó un servicio que utilizaba la red televisiva fuera de las horas de emisión.

En los Estados Unidos, los abonados de A.A.T tuvieron acceso a partir de 1971 a un sistema llamado picture-telephone (inicialmente sólo en Chicago y en Pittsburg), pero no tuvo éxito comercial debido al coste de su utilización: a finales de 1972 sólo quedaban cien aparatos en servicio. Ya entonces era evidente por otra parte, que la videollamada sólo sería posible si su coste pudiese competir con el del teléfono convencional.

Evolución de la videoconferencia

Con los resultados obtenidos, los técnicos tenían claro que había que recurrir a un sistema de transmisión digital. Había que convertir las imágenes en datos numéricos comprensibles que luego se enviarían a través de las líneas telefónicas (o por cable) a un receptor equipado con un sistema descodificador, el cual transformaría nuevamente los datos numéricos en imágenes.

El sistema analógico por su parte, consiste simplemente en transmitir las imágenes punto por punto, en función de la intensidad de cada punto.

El norteamericano W. Chen que trabajaba desde 1977 para la Ford Aerospace y más tarde para la Compression Labs Inc., emprendió sus investigaciones en este campo partiendo del principio siguiente: la imagen se des­compone en pixeles (Picture Element) como en la televisión, cada uno de los cuales viene definido por valores numéricos de luminancia y crominancia.

En 1987, el consenso tecnológico establecía que de una imagen con 625 líneas de 720 pixeles había que retener sólo 576 líneas “útiles”, con lo que la imagen quedaría definida por tres millones de bits de luminancia y otros tantos bits de crominancia.

Para obtener una imagen de calidad comparable a la de a televisión, y emitiendo a un ritmo de 25 imágenes por segundo, habría que transmitir por tanto unos 166 megabits (millones de bits) por segundo, cantidad que sobrepasa la capacidad de transmisión por fibras ópticas.

Aplicación masiva de la videollamada

La tendencia general en 1988 era que, para que la videollamada fuera factible y accesible a todo el mundo, había que sacrificar la calidad de la imagen reducién­dola a 34 megabits, cantidad que ya era compatible con la capacidad de la red telefónica (64 kilobits por segundo), aunque, por supuesto, antes era preciso comprimir los mensajes.

El problema de la compresión de las imágenes tuvo que abordarse partiendo de un sistema matemático complejo, que aquí nos limitaremos a resumir. En lugar de transmitir todos los datos de cada pixel (es decir, re­plicando la transmisión analógica a una transmisión digital), sólo se transmiten las diferencias entre un pixel y el siguiente.

En este sentido se orientaban en 1988 los trabajos de diversos organis­mos públicos y privados, como el C.N.E.T. (Centre National d’Étndes des Télécomunications), la S.A.T. (Société Anonyme des Télécomunications) y el C.C.E.T.T. (Centre Commun des Étndes de Televisión et de Télécommunications) en Francia, el R.A.C.E. (Research in Advanced Communication Technology) euro­peo, la Televerket en Suecia y nu­merosos laboratorios norteameri­canos y japoneses.

Ese mismo año, 1988, funcionaba ya un sistema de videoconferencia con carácter experimen­tal en la ciudad francesa de Biarritz. Los técnicos estimaban que la videollamada se implantaría a nivel mundial en 1993.

Revolución en las videollamadas

Pero la verdadera revolución en las videoconferencias, fue la aparición de los teléfonos móviles digitales. Éstos hicieron posible que fueran ser accesible a todo el mundo a precios razonables.

Con ellos, y gracias a su propia red de conexión digital, se podían realizar conexiones utilizando audio e imagen simultáneamente con una buena calidad. Con la aparición de los Smart Phones o teléfonos inteligentes, la calidad aumentó hasta límites insospechados hacía unos años.

En la actualidad todos podemos hacer este tipo de conexión con solo apretar un botón en nuestro teléfono celular con personas que están en la otra punta del mundo. Y todo ello con un bajo coste y con una calidad de imagen y sonido excelentes.

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