El Precio De Un Sueño Mojado



Por Wilson Ramos:
No hubo escena previa que me llevara hasta alli, cuando se encendió la luz de mi sueño ya me encontraba frente a la tasa de baño y depositaba en ella hasta la última gota de orina que de a poco reventaba mi vejiga, pero...ahhh qué alivio...por fin...logré, más que realizar una necesidad fisiologica, rebasar un estado de inmensa angustia.

Y a partir de tan excitante descarga, dormía con una extrema placidez jamás experimentada, pero ya pasado algún tiempo que no alcanzo a determinar, empecé a perder confort en el lugar donde mi cuerpo se encontraba, comprobé que la sábana estaba mojada, la colchoneta enchumbada y muy a mi pesar, para mi sólo pensaba: "otra vez..."

Ya de nada me valía recordar el sueño ni culparme una vez más por no darme cuenta de la realidad y levantarme para ir al baño. Tampoco servía ya culpar al bastidor que en tantas ocasiones con sus alambres deflecados pinchaba mi cuerpo, y cuando lo necesité no me sirvió de despertador. No...sólo me restaba pensar en las opciones que tenía para tapar la falta y evitar la "pela" que aquella orinada me garantizaba.

Entonces, doblé la sábana y coloqué la parte seca en el área mojada de la colchoneta, agregué una toalla, ropa usada que estaba para lavarse y todo trapo o pedazo de tela que encontré con la esperanza de que fuera abosorvida la humedad alli depositada. Y creo que hasta cierto punto logré mi objetivo, porque al amanecer todo estaba relativamente seco, asi que cada pieza que habia usado la repuse en su lugar.

Con cierta tranquilidad me fui para la escuela, pero a mi regreso ví que algo extraño se cocinaba, mis hermanos alertantes me miraban sin que ya  nada valiera, porque como no hay crimen perfecto y los cambios quimicos tienen su efecto, una mancha amarilla se formó y con el olor que la cama desprendió, pusieron mi sueño al descubierto y hasta la fecha aún recuerdo esa pela que nada ni nadie me despintó.

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