El Fósforo

Alrededor de 1630 nacía en Hamburgo, Alemania, un pequeño que durante toda su vida se obsesionó con algo que en su época era algo que no dejaba dormir a más de uno: la alquimia. 



Buscaban por ese entonces, el elemento que pudiera transformar cualquier metal en oro. Lógicamente no lo logró, pero sin embargo su descubrimiento pasó a la historia, a pesar de haber sido apenas un comerciante con escasos conocimientos de química, pero con mucho tesón.
Su nombre era Henning Brand y según algunos era hijo de una familia humilde. Otros opinan que fue de clase acomodada. En realidad poco tiene de importante ese detalle, sino más bien lo que logró con sus experimentaciones diarias, pese a haber perdido fortunas en cada una de sus pruebas.descarga (4)
Henning se casó dos veces. La primera con una mujer adinerada a la que poco pudo darle ya que gastó todo su dinero en experimentos.  Cuando ella falleció se casó con Margarita, una dama de la alta sociedad, viuda millonaria cuyos recursos financieros le permitieron seguir con sus locuras de laboratorio.
Y justamente fue una de esas locuras la que le permitió descubrir algo que lo fascinó. Henning había leído que la orina contenía propiedades especiales, capaz de convertir metales comunes en plata. Obviamente experimentó con esto hasta el cansancio sin lograr, por supuesto, ni el más mínimo resultado. Sin embargo no se desanimó y siguió haciendo pruebas, avanzando y retrocediendo, con errores y nuevos intentos.
Alrededor de 1669, se animó a probar un curioso procedimiento que sin dudas, le costó más de una broma por parte de sus conocidos.  Lo cierto del caso es que durante dos semanas guardó en un recipiente toda la orina que él mismo había producido, más o menos unos cinco litros.  Cuando tuvo esta cantidad, la calentó hasta hervir y luego quitó el agua, reduciendo todo a un residuo sólido.  Mezcló este sólido con un poco de arena, calentó nuevamente la mezcla y recogió el vapor. Cuando el vapor se enfrió, formó un elemento blanco y cerúleo. Henning no notó nada raro en eso…hasta que, agotado y sin ver resultados especiales decidió irse a dormir y apagó la llama de la lámpara de su laboratorio.  ¡Allí se dio cuenta que esa sustancia brillaba en la oscuridad!!.

Había descubierto algo que daba luz y resplandecía sin explicación aparente, tanto es así que Brand se jactaba de leer las obras de alquimia bajo su iluminación. Lo bautizó con el nombre de “Phosphorus”, fósforo, que en griego quiere decir “portador de luz”. Su producción fue escasa ya que con cinco litros de orina solo logró 120 gramos de fósforo, pero su descubrimiento era para la época, poco menos que milagroso. Actualmente se consigue muchísimo más que eso.
Brand mantuvo esto en secreto, pero comunicó su hallazgo a sus amigos más íntimos, en particular a sus colegas Kraft y Kunckel que no pudieron mantener la boca cerrada y al enterarse el duque Johann Friedrich, llamó a Brand a Hannóver. En presencia de aquel, el alquimista sintetizó por segunda vez fósforo, y en recompensa el duque le dio un sueldo anual de por vida.
Por su parte, Kunckel en 1677 le comentó y le enseñó a Robert Boyle (considerado el primer químico moderno) la forma de producirlo. Y el fósforo comenzó a hacerse popular casi sin la intervención de Brand que miraba todo desde afuera.
El fósforo forma parte de numerosos minerales y en organismos vivos, pero nunca en estado nativo. Se oxida espontáneamente en contacto con el oxígeno emitiendo luz.  Este elemento se encuenrtra también en pequeñas cantidades en el semen humano y por esa reacción es fácilmente detectable ante la luz ultravioleta, lo que ha permitido descubrir en el ámbito policial, muchas violaciones o crímenes sexuales.
Henning Brand falleció en 1710 y su aporte amateur a la ciencia ha sido notable, pese a que nunca pudo recuperar con este descubrimiento su fortuna perdida.

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