Violet Jessop, la valiente mujer que sobrevivió a tres naufragios

En un periodo de solo cinco años, Violet Jessop sobrevivió a tres accidentes: el Olympic, el Titanic y el Britannic. Una historia de superación de una muchacha, que jamás perdió la entereza ni la responsabilidad en su trabajo. ¿Quieres conocerla?




A menudo, a esta mujer se la conoce como “La camarera del Titanic”. Violet Constance Jessop Vivanco nació en Argentina en 1887, pero sus padres eran irlandeses, y tras no prosperar demasiado en este país, decidieron volver a casa. Siendo solo una niña los médicos no dieron demasiado por su vida, sufrió tempranamente una tuberculosis de la que esperaban no saliera. Pero lo hizo, y lo hizo con fuerza. No así su padre, que falleció al poco de llegar a Inglaterra, y su madre, que quedó inválida dejándola a ella con la responsabilidad de nueve hermanos. Debía trabajar, y trabajar duro a pesar de su juventud, de ahí que al cabo de los años y con algo de suerte y esfuerzo, lograra entrar en la prestigiosa naviera White Star Line.
Como ya sabes esta empresa es la que, en  1907 tenía como proyecto poner en marcha a tres titanes de los oceános, tres grandes transatlánticos que tendrían como objetivo llevar a más de 4000 personas en cada trayecto desde Europa, hasta América. Y esos tres grandes “monstruos del océano” serían, por orden de construcción:  el Olympic, el Titanic y Gigantic (posteriormente bautizado como Britannic). Seguro que te suenan, seguro que sabes cómo terminaron al menos, dos de ellos.
Violet Jessop entró a trabajar en primer lugar en el Olympic. Gustó su juventud y gustó su decisión, una muchacha obstinada que ante todo, tenía como deber mantener a sus nueve hermanos, a su madre inválida y abrirse paso como bien podía dadas las dificultades para las mujeres en esta época.

LOS TRES ACCIDENTES MARÍTIMOS DE VIOLET JESSOP


El primer accidente y el de menos importancia, sucedió el 20 de septiembre de 1911 a bordo del Olympic. Violet llevaba unos meses trabajando como camarera a bordo del navío, un trabajo por el cual no ganaba un gran salario pero le permitía alimentar a los suyos, a pesar de trabajar casi 17 horas diarias.
Le gustaba el ambiente y le gustaba cómo se la trataba. Pero ese 20 de septiembre todo se truncó cuando al llegar la noche, el Olympic chocó contra el buque de la Royal Navy, HMS Hawke. Afortunadamente no hubo víctimas mortales, pero los dos barcos quedaron destrozados. Un incidente que, durante un tiempo hizo que cogiera algo de miedo y que, llegara incluso a desear dejar su trabajo. Pero cogió fuerzas, mantuvo el ánimo y pensó una vez más en su familia y en ella misma. El miedo no le servía de nada, no le daba de comer ni le hacía sentirse bien a la hora de mirarse al espejo. El Olympic volvió a cruzar los oceános, pero a Violet le llegó una oferta mucho mejor.

La White Star Lane le propuso trabajar en el Titanic. Sería una de las 23 camareras, ganaría un sueldo mejor y además, tendría la oportunidad de ser testigo de uno de los mayores acontencimientos de la historia. Ese formidable trasatlántico iba a desafiar al mundo y al océano con su esplendor, con su grandeza y su fortaleza. Y aunque durante unos días Violet estuvo tentada de negarse, su familia la convenció. Ella tenía como labor atender los camarotes de primera clase. Trabajaba también 17 horas diarias y atendía todas las demandas de la alta sociedad a bordo del Titanic. Pero como ya sabes, la noche del 14 al 15 de abril de 1912, dicha grandeza se vino a pique y al desastre cuando chocó contra un iceberg. Violet tuvo tiempo de bajar a tercera clase y avisar en español a todas aquellas personas de lengua hispana que no entendían el inglés para que se pusieran a salvo, para después, ser conducida en los botes junto a varias personas de primera clase a las que debía atender. De ahí su suerte, de ahí su fortuna. Pero ella también fue testigo de todo aquel desastre, de las 1.523 vidas perdidas.

Violet estuvo unos meses sin poder reaccionar, sin poder volver a trabajar. Lo vivido fue un auténtico trama, pero como tal, hubo de asumirlo. Y de volver a coger fuerzas de sus lágrimas, de ese dolor experimentado. No quiso que el miedo a navegar se convirtiera en su mayor enemigo, porque ese, era su modo de vida, y como tal debía volver a ella, a ese mundo a bordo de otro barco.
Esta vez fue a en el tercero de esos gigantes de la compañía White Line Star. El Britannic. En esta ocasión la Primera Guerra Mundial había estallado, y este navío había sido reconstruido como hospital y como medio de trasporte para soldados heridos. Violet era esta vez no camarera, sino enfermera de la Cruz Roja, una joven capaz de dar sus servicios a los heridos y de atender a los enfermos. Pero la fatalidad llegó nuevamente a su vida. El 21 de noviembre de 1916, justo cuando el Britannic el se encontraba navegando por el Mar Egeo. Una mina impactó en su casco ocasionando graves daños, sin poder evitar el desastre…
Fallecieron 29 personas. El barco quedó perdido pero la mayoría de la tripulación tuvo tiempo de alcanzar los botes y salir con vida, incluida la valiente Violet Jessop. Era la tercera vez, la tercera ocasión en que uno de esos titanes le trajo el susurro de la muerte, pasando ante ella sin alcanzarla jamás. ¿Y qué ocurrió después? Muchos, en su lugar, hubieran elegido otro trabajo, otro medio de vida. Pero ella no lo hizo, el mar era su vida, su sustento y su modo de entender la realidad. Sirviendo y haciendo frente a los caprichos salvajes del océano. 
Violet Jessop se jubiló en 1950, para después, vivir de granjera en su pequeña casa de campo, convirtiéndose en la legendaria mujer que sobrevivió a los tres desastres marítimos más conocidos.




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