Las 10 muertes más tontas de la historia




1. “Le defenderé hasta la muerte”

Clement Vallandigham, abogado, se disparó sin querer mientras trataba de demostrar en un juicio que la víctima del hombre al que defendía pudo haberse disparado por accidente. El acusado fue absuelto tras esta convincente demostración, pero el abogado murió.



2. Muerte por salto de fe (1993)

Un abogado de Toronto se lanzó contra una ventana del Toronto Dominion Centre para demostrar a unos visitantes que las ventanas eran irrompibles. Y tenía razón, la ventana no se rompió, sólo se salió de su sitio provocando la caída y muerte del abogado.


3. Una muerte caída del cielo (455 AC)

El filósofo ateniense Esquilo andaba metido en sus filosóficas cavilaciones cuando un águila dejó caer una tortuga sobre su cabeza matándolo. No había más campo…


4. Un tropezón con la muerte (1567)

Hans Steininger, un burgomaestre con una barba de casi un metro y medio, se tropieza con su barba, se cae y se rompe el cuello. ¡No se salvó por un pelo!



5. “Me muero por un pis” (2007)

Jennifer Strange murió por una insuficiencia de la vejiga al intentar ganar un extraño concurso radiofónico llamado “Aguanta el pis por una Wii” (tiene más sentido en inglés “Hold your wee for a Wii”).


6. ¿Cómo estaba la comida? De muerte (1771)

Adolf Frederick, rey de Suecia, muere de un atracón ridículo de comer. ¡Glotoncete!

7. Cuando los coyotes se ponen feos… (2009)

El cantante folk canadiense Taylor Mitchell muere atacado por coyotes en el único ataque de esta especie contra un ser humano del que se tiene noticia. Quizás no les gustaba el tipo de folk que cantaba Mitchell.

8. Concursos de comida asquerosa

Edward Archibold muere atragantado tras ganar un concurso de comer cucarachas. ¡Con la de cosas que hay para atragantarse!


9. “No te rasques que se infecta” (1923)

George Herbert murió tras cortarse una picadura de mosquito cuando se afeitaba. La picadura se infectó y murió de pneumonía.

10. “Un robot no hará daño a un ser humano ni, por inacción, dejará que un ser humano sufra daño” (1979)


Robert Williams, un trabajador de la Ford, tiene el dudoso honor de convertirse en la primera persona en morir a manos de un robot; uno de los brazos de la cadena de montaje le golpeó la cabeza y lo mató.





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