ATILA EL HUNO, EL TEMIBLE CAUDILLO Y REY QUE MURIÓ DE UNA HEMORRAGIA NASAL EN SU NOCHE DE BODAS

 




Apodado Flagellum Dei, el Azote de Dios, Atila el huno padecía hemorragias nasales, lo cual marcó su fin en su trágica noche de bodas.

La muerte de Atila, el último y más poderoso rey de los hunos, permanece como uno de los misterios más grandes de la historia. Sobre su biografía existen muchos mitos, sobre todo porque fueron sus enemigos quienes se encargaron de propagar su historia. Lo que es un hecho es que si alguien padeció la furia y la valentía de Atila el huno, fueron los romanos.

Apodado Flagellum Dei, el Azote de Dios, Atila arribó al Imperio Romano de Occidente, tomándolo de manera desprevenida, en el año 452 d.C. Allí saqueó varias ciudades del norte de Italia, entre ellas Verona y Milán, y sólo se detuvo tras reunirse con una delegación encabezada por el Papa León I.

Aunque fue derrotado por los romanos bajo el mando de Flavio Aecio y por sus aliados visigodos bajo el mando de Teodorico I en la Batalla de las Llanuras Catalanas, Atila el huno y sus guerreros seguían siendo una amenaza para el Imperio Romano de Occidente.

Sólo en el año 453 d.C., tras la muerte de Atila y la caída del Imperio Húnico un año más tarde, el mundo romano se liberó de la amenaza de los temibles hunos.

La fatídica noche de bodas del gran Atila

Además de sus destrezas en el campo de batalla, Atila también destacó por su destreza para conquistar mujeres. Es bien recordada su esposa principal Kreka y su casamiento con la bella muchacha germana Ildico, su duodécima esposa, en el año 453.

El rey imbatible y distinguido en tantas guerras encontró la muerte en medio de la embriaguez a comienzos del año 453. Según Prisco, historiador tracio del siglo V, Atila se casó con la joven de deslumbrante belleza Ildico. La unión ocurrió en un palacio de madera junto al río Tisza.

En la noche de bodas, Atila se entregó al vino y al amor en compañía de Ildico. Debido al sueño, se durmió y se cree que sufrió una hemorragia mortal. Algunas fuentes también sospechan que fue el esfuerzo durante el acto sexual lo que llevó a Atila a padecer esta hemorragia.

Al día siguiente, los servidores del caudillo rompieron las puertas de sus aposentos y lo encontraron tendido en su cama, ahogado por la sangre, sin heridas, mientras la joven Ildico observaba a la distancia llorando en un rincón.

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