Historia de la baraja: origen y evolución

 



Quién inventó la baraja de cartas

Lamentablemente, NO hay certeza al respecto de dónde o cuándo se inventó. Existe el convencimiento de que pudo haber sido en China, donde hacia el año 1120 el emperador S’eun-Ho distraía a sus concubinas con los naipes, porque dado lo avanzado de su edad no podía hacerlo de otra manera.

En cualquier caso, SÍ que es seguro que ya existía en este país de Asia en el siglo X. Ya en el año 969 el emperador chino Mu Tsung atribuye a los naipes las desgracias de su pueblo. Pero las prohibiciones no tenían efecto y el pueblo volvía a jugar de manera clandestina.

Otras fuentes aseguran ser invento indio: la esposa de un maharajá combatiría la profunda melancolía de su esposo echando mano de este recurso. Pero tampoco falta quien asigna el invento de la baraja a los antiguos egipcios.

Origen de la baraja de cartas

El primer uso que se hizo de la baraja no fue lúdico, sino mágico: se empleaba en las artes adivinatorias como medio para ver el futuro en una especie de juego sagrado de carácter simbólico y litúrgico.

Como hemos dicho, el origen es incierto, por lo que hay más de una leyenda acerca de su invención. Aunque ignoramos la fecha de su introducción en Europa se sabe que en el siglo XIV Carlos V de Francia (1338-1388), llamado el Sabio, pasaba horas haciendo solitarios interminables. Así, llenaba su ocio enfermizo y combatía sus profundas depresiones.

Un siglo antes los musulmanes españoles popularizaran el juego de naipes, término acaso originario del árabe: la baraja sarracena del sur de Italia recibía el nombre de naib, de donde se especula que procede la palabra en español “naipe”.

Aunque tampoco en esto hay seguridad, y otros piensan que la palabra proviene del hebreo, en cuya lengua naibi significa “brujería”. Para complicar más las cosas en el plano etimológico hay quien afirma que el término proviene de las iniciales de Nicolas Papin, a quien algunos creen que es el inventor de los naipes.

Evolución de la baraja de cartas

La baraja estaba ya muy extendida en la Edad Media. Entonces se elaboraban con el mismo material que los códices: pergamino y vitela. Su triunfo llegó con la invención de la imprenta mediado el siglo XV.

¿Cuántas cartas tenía la baraja antigua? La baraja mágica tenía 22 catas en la Edad Media. Sin embargo en el siglo XIV, empieza a combinarse con la baraja oriental de cincuenta y seis naipes. Con lo que el mazo de cartas resultante llegó a tener setenta y ocho piezas. Una baraja así, usaban para jugar en Italia al juego de il taroco. Los franceses en tiempos de Carlos VI, redujeron el número de naipes a cincuenta y dos figuras, dando a cada palo los nombres y símbolos de las cartas europeas. En el poema francés de El rey Meliadus, de hacia 1330, aparecen representados el dos de bastos o el cuatro de oros. Y, se sabe que en la Francia del siglo XIII, se utilizaba el reverso de los naipes para escribir mensajes en fiestas de sociedad.

En España, fue en la Corona de Aragón donde hay constancia de que hacia el siglo XIII, se jugaba a la gresca, juego que daría lugar a la actual “brisca”, juego perseguido por considerarse propio de fulleros y truhanes. De hecho, las disposiciones en su contra son tan antiguas como los mismos naipes. Por eso, aunque Juan I de Castilla prohibió las cartas en 1387, la baraja siguió su curso ascendente en el gusto y aprecio del pueblo. Tampoco las restantes naciones europeas tuvieron mejor suerte en esto.

La Iglesia toleró este juego. De hecho fue un monje el primero en escribir un libro en 1377, donde recogió cuanto se sabía sobre las cartas. El libro que concluía así: “Es un pasatiempo inocente”.

A lo largo del XVI, fueron muchos los clérigos que editaban mazos de naipes en los que imprimían versículos de la Biblia junto a las figuras de la baraja. Con gran escándalo de los protestantes, gente herética fanatizada que aseguraba ser la baraja “el libro sagrado de Satanás”.

En Francia el cardenal Mazarino, preceptor de Luis XIV enseñaba Geografía e Historia a su regio alumno utilizando naipes en los que insertaba junto a las figuras y símbolos textos alusivos a la disciplina que impartía.

Pero nadie ignoraba que en el habla hampesca “barajar” significa algo más que mezclar los naipes antes de repartirlos. También se llamó así al hecho de revolcarse en la cama con una ramera. Esto, de acuerdo con el lenguaje burdelesco, en el que asimismo el uno de bastos es alusión fálica y el “dos” alude al hecho de tomar el bastón y largarse el que ya ha hecho cuanto tenía que hacer en un lugar.

La baraja ha corrido muy distintas suertes. En 1765 se utilizaba en universidades norteamericanas como la de Pensilvania para pagar los derechos de tuition o admisión a clase, y en el París revolucionario sirvieron de cartilla de racionamiento.

Más tarde, el primer papel moneda canadiense, hasta 1865 al menos, fueron los naipes, con los que se podían pagar deudas de guerra. A partir del XVIII y hasta nuestros días, la baraja ha conocido un desarrollo extraordinario.

El invento de los casinos y mil juegos modernos relacionados con ella la ha convertido en una especie de pieza mayor del juego, donde brillan en manos de gentes encopetadas que ganan y pierden al póquer, al black Jack y al bridgemientras el pueblo llano se entretiene con las siete y media, el tute y el cinquillo, todos ellos juegos de extraordinaria historia.

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