Historia del billar: inventor y evolución
Origen del billar
Para comenzar, debes saber que es un juego tan antiguo, que su origen no acaba de estar claro del todo y existen diferentes conjeturas. En concreto, los historiadores tienen tres teorías sobre la historia y origen del billar.
Sabemos que Cleopatra era aficionada a este juego, que ella practicaba en el suelo. Y así se practicó hasta el siglo XIV cuando se disputó la primera partida de billar de la que hay noticia. Hasta entonces, tenía cierto parecido con el croquet: consistía en pasar bolas de madera, impulsadas por un mazo, por debajo de una serie de arcos.
Otros historiadores sitúan el origen del juego de billar, en el ámbito de la Grecia clásica. Dichas afirmaciones están fundadas en numerosos documentos que han perdurado hasta nuestros días. Curiosamente, el francés Jacques Bonhomme ironizaba en el año 1885 diciendo que de haber sido el billar una actividad del mundo grecolatino, el poeta de la época Horacio le hubiera dedicado una oda (poema griego).
Pues bien, aunque Horacio (65 a.C – 8 a.C.) no le dedicara una oda, el billar se jugaba en Atenas en el siglo V a.C. Es más, un siglo antes (en el VI a.C.), el filósofo escita Anacarsis dice que era popular en las ciudades griegas que visitó.
Por último, otros historiadores consideran que el billar es heredero del juego renacentista del paille-maille, pall-mall o juego del mallo, que se jugaba en tierra con aros bajo los que se hacía pasar una bola de madera.
Quién inventó la mesa de billar
La mesa de billar fue inventada por Henry Devigne, el ebanista de Luis XII, de Francia (1462-1511). Este artesano, viendo que el billar podía practicarse de forma mucho más cómoda, construyó en 1510 una mesa rectangular de tablero plano cubierto de fieltro.
Por entonces existían otros juegos similares, como uno que apasionaba a Enrique VIII, de Inglaterra (1491-1547): la shovilla bourde. Empezó a hablarse del billar como juego de sociedad hacia el siglo XVI, en que estaba muy arraigado en Inglaterra y Francia.
Evolución del billar
Son muchas las referencias que los poetas hacen del juego. Edmund Spenser lo menciona en 1591. También George Chapman, que por las mismas fechas pone en boca de una de sus criaturas dramáticas: “Ve, Aspasia, envía por unas cuantas señoras que quieran jugar contigo al ajedrez o al billar”. Del mismo modo, William Shakespeare lo nombra en su obra Antonio y Cleopatra.
El rey Luis XIII de Francia (1601-1643), fue un monarca con una gran afición a este juego. Del mismo modo, fue el precursor y permitió que también la plebe pudieran practicarlo. En las mansiones señoriales no podía faltar una mesa de billar y un piano. Durante su cautiverio, María Estuardo, reina de Escocia, antes de ser ejecutada por Isabel I de Inglaterra se queja de que ésta le haya retirado de su celda, para privarla de ese solaz, su mesa de billar.
Las mesas de billar de madera eran obras de arte. En un libro de emblemas publicado en 1635, por el inglés Francis Quarles, se ve a dos ángeles jugando al billar con sus bolas, aros y palos de billar o tacos, amén de un detalle sorprendente: la mesa tiene a los lados bolsas de seda formadas de punto de malla.
En otros dibujos y grabados en el Barroco, se observa gran variedad a la hora de jugar al billar. Sobre la mesa se situaba una serie de aros, piezas de marfil en forma de clavijas, sobinas, tarabillas, mojoncillos, chavetas y elementos del mundo militar: baterías y fuertes que la bola tenía que evitar.
Acerca de cómo se jugaba al billar en la época, un grabado francés de finales del XVII muestra a la duquesa de Borgoña jugando al billar taco en mano. Unos años antes, en 1674 el inglés Charles Cotton escribía la primera obra describiendo el juego y sus posibilidades: Compleat Gamester.
El billar fue juego aristocrático hasta la Revolución Francesa, y se generalizó a lo largo del siglo XIX. Sin embargo, desde el año 1710, existían billares públicos.
Originariamente, el billar francés se jugaba con dos bolas; así fue también en Inglaterra. Así se jugaba en la corte de Luis XIV de Francia, a quien su médico, para facilitarle la digestión había dicho: “Jugad, Sire, todos los días después de la comida mayor…”. El rey jugaba con el duque de Villerdi y Monsieur de Chamillard, que siendo mejores que él no permitían que perdiera…, y es que el billar ha sido forma ideal de convertirse el hombre en “pelota”. Entre nosotros, ya sabemos cómo se las ponían a Fernando VII, las bolas, claro, para que hiciera sin problemas cuantas carambolas quisiera.
Como hemos dicho, el billar se jugaba con dos bolas. La tercera bola, llamada carom, no parece anterior a 1775, y fue innovación francesa que copiaron los ingleses. De carom procede el término carambola o bola carom.
El billar americano, el de los agujeros en los lados y costados, fue una variedad siempre interesante. Los agujeros en la mesa de billar o troneras por donde la bola pudiera colarse se hicieron al principio en el centro de la mesa y no en los ángulos o partes medias de las bandas largas como hoy.
Al igual que en la actualidad, coexistían dos tipos de mesa: la grande o pool, para el billar americano, con seis troneras, que es el que hoy goza de mayor seguimiento; y la mesa de carambolas, francesa.
Los tacos de billar se fabricaban de madera de fresno, eran de menos de metro y medio de largo, en cuyo extremo grueso llevaban ya un talón de marfil, y en el lado opuesto una arandela de cuero convexa por donde empujar las bolas de marfil o bonjolina. En algunos lugares, simplemente se les llama “palos”.
Fueron modalidades estrella el juego de carambolas, el juego de los palos y el juego de las 31. Desde 1825, hubo campeonato mundial de billar en Inglaterra, cuyo primer campeón conocido fue un tal John Carr.
Entre los jugadores más famosos estuvo Monsieur Mingaut, inventor del efecto retroceso de la bola, habilidad asombrosa en el siglo XIX. Este personaje había perfeccionado su arte en la cárcel, donde había instalado una mesa de billar.
De él se cuenta la siguiente anécdota: Viajaba Mingaut por el Midí francés donde gozaba de nombradía y se presentó en un salón de billar donde un jugador reputado decía que había jugado con Mingaut en París. Mingaut, que no había visto nunca al personaje, le invitó a jugar y ensayó su jugada de retroceso de la bola.
Todos quedaron asombrados y no conseguían explicarse el fenómeno. Cuando consideró que había ganado las suficientes partidas a su contrincante, le dijo: «Ahora puede Usted decir que ha jugado con Mingaut, pero no antes, querido amigo». Se cuenta una anécdota parecida del campeón español del siglo XIX, J. Espino.
Etimología de la palabra billar
El término billar procede del francés billard =tronco desbastado; o también pudo derivar de francés bille, del latín pila = bola, pelota.
En español recoge el término Esteban de Terreros en su Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes, de la segunda mitad del XVIII, donde dice ser juego propio de extranjeros, aunque también se jugaba ya en España.
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